La vida contada. Como se ha señalado anteriormente, la historia de la vida de Agustín parecerá de muchas maneras desconocida para los lectores que ya conocen algo de ella. La historia de los primeros años de Agustín en particular es muy conocida, mejor conocida que la de cualquier otra persona digna de ser griega o romana. El libro más conocido de Agustín, sus Confesiones, relata esa vida temprana con una inmensa persuasión y pocos biógrafos pueden resistirse a abreviar esa historia para servir a sus propios propósitos. Pero es una historia contada con un propósito sofisticado, altamente selectivo en su elección del incidente y teológico en su estructura. El objetivo del libro era, en última instancia, la auto justificación y la auto-creación. Modestamente exitoso en su vida, el libro ha sido triunfante desde entonces, definiendo la vida de Agustín en sus términos en formas tanto obvias como sutiles.
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La afirmación fundamental de Agustín
La afirmación fundamental de Agustín sobre su vida es que toda su experiencia giró en torno a su conversión religiosa a una forma intensa y altamente individual de cristianismo. Fechó esta experiencia en su tiempo en Milán y con ella explicó su carrera posterior. Pero los contemporáneos encontraron extraño al principio señalar ese momento particular - cuando estaba convenientemente lejos de África y el escrutinio de sus motivos y acciones - en una vida que no siempre fue como él parecía narrarla. Ninguno de los pocos contemporáneos conocidos que leímos las Confesiones fue persuadido por su narración de disipación juvenil convertida en madurez austera. Agustín siempre fue un "buen chico", obediente y comedido. Ni Agustín ni ninguno de sus biógrafos modernos ha logrado aún llegar a la esencia de su personalidad. Los rehenes que dejó a la psicobiografía en las Confesiones no han hecho más fácil para los lectores modernos encontrar a Agustín: de una manera extraña, las lecturas freudianas de Agustín comunes en este siglo comparten con Agustín un énfasis en los puntos altos emocionales seleccionados que él elige narrar y así son rehenes de su propia narración.
Historia religiosa de Agustín
Los hechos observables sobre la historia religiosa de Agustín son que nació de una madre que era una cristiana bautizada y un padre que tomaría el bautismo en su lecho de muerte cuando Agustín era adolescente. Ninguno de los dos fue particularmente devoto mientras ambos vivieron, pero la madre, Mónica, se volvió más demostrativamente religiosa en su viudez. El mismo Agustín fue inscrito como candidato pre-bautismal en la iglesia cristiana cuando era un niño pequeño y en varios momentos de su vida consideró tomar el bautismo pero lo pospuso por prudencia. (En esa época, antes de la prevalencia del bautismo infantil, era común que el bautismo se retrasara hasta la hora de la muerte y luego se utilizaba para lavar toda una vida de pecados).
Escrituras cristianas
Su educación clásica se complementó con una lectura curiosa pero desdeñosa de las escrituras cristianas, pero luego se unió a una secta particularmente celosa y secreta, los maniquíes, y disfrutó de su compañía y de sus polémicas (en las que participó con entusiasmo) durante la mayor parte de una década. Se refugió con ellos y los usó como influencia política incluso después de que afirmara haberse disociado mentalmente de sus creencias, y luego los abandonó cuando se encontró en Milán. Fue en Milán, donde Ambrosio se estaba haciendo un nombre como campeón de la ortodoxia ante los emperadores, donde Agustín encontró la ortodoxia - o al menos encontró la ortodoxia satisfactoria como algo que un caballero podía practicar. Pero cuando Agustín aceptó el bautismo a manos de Ambrosio en el 387, uniendo así la religión de su madre a las prácticas culturales de su padre, se las arregló para hacer su propio cristianismo.
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